Cómo llegamos:

Viajamos a la capital y rentamos un carro para manejar por casi dos horas a Hopkins. El camino de tierra lleno de baches que conduce a Hopkins es un preámbulo ideal a este pequeño y remoto pueblo de pescadores:

un recordatorio que estamos a punto de dejar los problemas del mundo real a un lado, para intercambiarlos por los sinceros placeres de la vida sencilla. Sólo unas cuantas calles llenas de barro con casas de tablillas sobre zancos, tiendas artesanales y restaurantes forman lo que es Hopkins. Hopkins es hogar de la cultura tradicional Garífuna de lo cual nosotros disfrutamos sobretodo de su comida y tambores.

Nuestro alojamiento

Las villas donde nos quedamos son de dos pisos,  amplias con techos de tejas rojas, ventanales y balcones muy grandes con vistas tranquilas al mar Caribe. En el interior, las habitaciones han sido decoradas con un aspecto más contemporáneo, casi asemejándose a una cabaña de las que se encuentran en las montañas de Colorado.

Solo que en la arena blanca, y el azul profundo del mar como marco. Los detalles de acentos, como los remos en las paredes de la sala, son una señal a la cultura de pesca local de Hopkins. Disfrutamos nuestra habitación de techos altos y ventiladores en el techo. La habitación tenía además las comodidades modernas como TV de pantalla grande con canales de satélite y aire acondicionado. Por supuesto nosotros nunca utilizamos la televisión, pero si el aire acondicionado.

Curiosidades

El restaurante Beach Side ofrece todo tipo de comida local con énfasis en mariscos frescos, desde ceviche de camarón y pasteles de mero hasta pollo jerk y costillas de glaseado de guayaba.

El personal también es rápido para dar sus recomendaciones, sea cual sea su estado de ánimo o presupuesto. Si lo deseas puedes caminar o manejar bicicleta a un número de restaurantes en Hopkins, nosotros teníamos un coche alquilado y manejamos hasta al extremo lejano del pueblo, donde hay algunos hoteles grandes con los menús más variados.

Mientras que Hopkins es pequeño y a muchas millas de cualquier lugar, hay un montón de actividades cercanas para mantenernos ocupados, de lecciones Garífuna de tambor a las actividades acuáticas. En la parte superior de su lista debe ser un viaje a la barrera de arrecife que se extiende a lo largo de Belice y justo pasado esta pequeña, intacta esquina de la costa caribeña.

Mi compañero y yo disfrutamos de tomar fotografías de la gente feliz y maravillosa del pueblo en sus actividades del día a día.

Probamos la comida, bailamos y tocamos el tambor y nos aventuramos en las aguas selváticas del mar en un kayak, en medio del mar y rodeados de una floresta, donde solo se escucha el silencio. 

Toda una aventura en el mar. Perfecto escenario para el amor, el descanso, la simplicidad y la paz.